Imaginemos que desde que el hombre habita en la Tierra, todas las ideas, los pensamientos, las emociones y los sentimientos de todas las personas que han vivido sobre la faz del planeta, formaran una capa invisible que llenara por completo la troposfera que nos rodea… Y al igual que con cada inspiración, imaginemos que nuestra mente captara como un receptor las ideas, pensamientos, emociones y sentimientos predominantes en ese aire que respiramos.
Podemos imaginar que Internet -con su capacidad de recorrer la superficie de la Tierra casi en un chasquido- es un poder a tener muy en cuenta. Más aún: con la posibilidad que ofrece (hasta ahora) de divulgar libremente todo lo que cada cual desee, bien pudiera convertirse en un herramienta poderosa para llenar la atmósfera de la Tierra con ideas, pensamientos, emociones y sentimientos que enriquecieran -en su pluralidad de criterios y expresiones- la unidad que nos distingue como especie, y la dignidad que todos debiéramos gozar por nuestra mera condición humana.
Sin embargo, en la realidad manifiesta de los hechos, el modelo de sociedad capitalista que desde hace décadas impera en los países del “primer mundo”, ha generado un consumo inarmónico y destructivo que explota las riquezas naturales y la pobreza del “tercer mundo”, produciendo además en los países ricos una creciente desproporción en la distribución de los bienes entre su población. Paradójicamente, la actividad comercial -uno de los pilares del capitalismo-, bien pudiera convertirse en acicate para que los pueblos acostumbrados a subsistir a costa de la sangrante limosna exterior que los endeuda sin esperanzas, puedan por fin vivir de la explotación casi autosuficiente de sus propios recursos.
Quizás haya llegado el momento de ir más allá del dolor y la separación, del odio y las fronteras, de los credos y los juicios de la historia y del pasado, y sentirnos miembros todos de una sola especie que vaga un tanto errante sobre la superficie de un único planeta. Un mensaje manido -cansino quizás- pero que no deja de perder un ápice de su incuestionable realidad: lo que suceda en una parte de la Tierra nos acaba afectando a todos (cuanto más seamos, más se evidenciará nuestra interdependencia). Desde esa perspectiva, hasta que la paz no sea una realidad manifiesta en todos los confines del planeta, estamos -como individuos y Humanidad- destinados a sufrir las secuelas del dolor y la violencia que impere en ese supuesto aire de pensamientos, sentimientos y emociones que envuelve a la Tierra.
La globalización, tal y como hoy es entendida, implica el dominio de unos pocos a costa de la explotación de la pobreza de una inmensa mayoría; pero “globalizar” también significa “hacer algo universal”. En un inminente futuro, la limitación de la libertad de expresión en aras de la seguridad colectiva, se convertirá en el problema más crucial al que tengamos que hacer frente como internautas… China ha decidido dar marcha atrás provisionalmente a su intento de implantar en todos los ordenadores allí construidos un software -bautizado por las autoridades como “dique verde”- que bloqueará determinados contenidos: en especial, blogs o webs que sean contrarios al régimen (Marcas como Toshiba o Acer manifestaron sin reservas su visto bueno a instalar en los discos duros de sus ordenadores dicho programa; otras empresas, en especial las americanas, declinaron manifestarse públicamente al respecto.) Para evitar que esto llegue a ocurrir en países donde sus ciudadanos gozan de una libertad que haría imposible una acción similar, aparentemente, el poder concienciador de Internet puede jugar una gran baza. Sus “armas”: su capacidad de difusión inmediata y la insondable creatividad humana, puesta al alcance de casi todo el planeta por medio de una conexión, un ordenador, un ratón y un teclado.
Los sonidos, las imágenes y las palabras son capaces de derruir con el tiempo hasta los más férreos muros que limitan fronteras ideológicas. De ahí el temor de algunos países fundamentalistas y el recelo con que todos los gobiernos observan a esta “nueva” y creciente herramienta humana de comunicación planetaria. Su capacidad de brindar ocio más o menos destructivo no incomoda tanto, pues es una forma no perjudicial -en especial, para sus intereses- de mantener encapsuladas a las personas en su tiempo libre. El problema surge con las iniciativas que incitan a formarse un criterio propio que les anime a cuestionarse el porqué de las cosas; o con la información visual que muestra la realidad desnuda, sin franja negra que oculte a los ojos lo vergonzoso, ni recortes que suavicen la evidencia inhumana en toda su dura franqueza.
La Red es el reflejo visible del sentir y el pensar humano que la Humanidad respira hoy en día en la Tierra. Un aire que todos respiramos y del que todos somos en cierta medida responsables… Cualquier internauta puede hoy en día difundir una idea, un pensamiento, una canción, una imagen que fomente una reacción de fraternidad, de odio racial, de violencia, de perdón… La responsabilidad será del autor, pero también de quienes atraídos por su llamada se hagan eco y agranden su efecto al visitarla. En cualquier caso, es de suponer que la prioridad esencial hoy en día es justamente que -como intentaron y volverán a intentar en China-, internet continúe siendo mayoritariamente un espacio global, abierto, plural y libre en contenidos, por molestos e hirientes que puedan parecer a individuos, colectivos, países o grupos religiosos: nadie obliga a nadie a visitar lo que no se quiere.
Tenemos ante nosotros el monitor, el teclado y el mundo que nos rodea… Las fronteras que pongamos a nuestras iniciativas de participación en este inminente cambio las marcarán nuestras propias barreras individuales e ideológicas. Las oportunidades para realizarse, divertirse y ayudar así a otras personas, vendrán a cada uno por sí solas, “casualmente”. Hemos de participar activamente en esa nueva visión de un mundo unido por la red y el desarrollo tecnológico, pero también por el equilibrio comercial y la vivencia pacífica en todos los confines de la Tierra.
Sin ir más lejos, este blog está propiciando nuevos encuentros entre personas deseosas de participar, de sentirse útiles, de compartir experiencias… Quizás, quién sabe, en un inminente futuro su labor como “punto holístico de conciencia” dé como frutos proyectos que plasmen en hechos lo que aquí se promulga. Mientras, sólo nos queda trabajar en lo que está en nuestras manos: nuestra actitud diaria ante la vida.
La utopía seguirá siendo una utopía hasta que cada cual acepte el reto de sembrar para obtenerla. Sembremos desde internet semillas de libertad, dignidad y respeto a nuestra esencia amorosa; germinarán sin duda pequeños frutos en todos los confines de la Tierra.